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lunes, 13 de agosto de 2012

Fiesta del Hijo Ausente y 30 Aniversario de la Banda Sinfónica Juvenil Teulense


Del 1 al 7 de agosto: el tiempo se detuvo en el Teul para festejar al Hijo Ausente y celebrar el 30 Aniversario de la Banda Sinfónica Juvenil Teulense

(Segunda de tres partes)

Hugo Ávila Gómez
La Labor
Comité Pueblo Mágico del Teul

El sábado 4 de agosto, el mero Día del Hijo Ausente, la población teulense y sus visitantes se despertaron con la visita guiada a la zona arqueológica del Cerro del Teul. La mayor parte de los asistentes fueron personas que visitan el Teul. La arqueóloga Laura Solar, directora del proyecto arqueológico, fue quien condujo el paseo por el Cerro del Teul. Explicó las principales novedades que presentan los avances de investigación y la paciente restauración que se hace a la zona, bajo la conducción de la restauradora Mariela Carrillo Díaz. En las pendientes del Cerro se han construido terrazas a base de leños de palo colorado, sujetos a la tierra con estacas del mismo material. Esto se hace con el propósito de detener la erosión del terreno. También para evitar la erosión de la tierra se ha construido un muro de mampostería en la Cueva del Cerro. Como materiales se utiliza piedra del sitio y mezclas diversas de mortero y otras arcillas de la región, que juntas pegan mejor que el cemento. Se hizo un recorrido a lo largo de la zona descubierta y la arqueóloga explicó el alcance de lo descubierto hasta ahora y respondió a las preguntas de los visitantes. A la bajada del cerro esperaba a los paseantes un desayuno de gorditas de arriero y agua fresca.
A las once de la mañana se dio la bienvenida  a los ausentes en la Secundaria “Cuauhtémoc” y a las doce del día se celebró una Misa con la intención del Hijo Ausente.  A la una treinta de la tarde, el Teatro Parroquial fue sede de un recital de piano ofrecido por 19 niños teulenses que asistieron a un curso impartido por el profesor Sergio Guillermo Ruiz Rodríguez, de la Unidad Académica de Artes, de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Con escaso un mes de clases, cada niño aprendió a interpretar al piano dos o tres piezas, con que agradó a la concurrencia de la velada, compuesta en buena medida por familiares de los niños que dieron el recital.
La tarde fue maravillosa. Miles de personas: teulenses, hijos ausentes, visitantes, inundaron La Laguna del Paisano (o del Faisán). No se sabe la cifra exacta. Pero eso no importa. Lo que cuenta es el ambiente festivo. Elotes, birria, agua fresca, arroz, frijoles, fueron ofrecidos gratuitamente para quien no iba preparado con comida. Decenas de familias se reúnen a la sombra de los robles que ofrecen sombra y descanso. En cada sitio abunda la comida y la bebida: tacos, birria, carne asada, pozole, tamales, gorditas de maíz, gorditas de horno, frijoles de la olla, frijoles charros, discada, arroz, ensalada, refresco, aguas frescas, mezcal, tequila, whisky. Reina la plenitud. La plática es animada. Muchos aguantan muy poco sentados en el mismo lugar y se lazan a recorrer todo el terreno para platicar y encontrarse con viejos conocidos y conocer nuevos amigos. Las bandas y los grupos de música norteña animan la convivencia. En el templete oficial se presenta un ballet folklórico de maestros jubilados de la ciudad de Aguascalientes, que año con año vienen a la fiesta del Hijo Ausente. Los niños corren por entre los adultos. Otros juegan volibol en la cancha de futbol rápido. Jorge Ruiz, chico, realiza acrobacias con la motocicleta en la pista de motocross, ante la expectación de una buena cantidad de personas que aplauden su arrojo, su habilitad de piloto y su buen control de la moto. El equipo de Canal 7, luego de grabar toda la mañana para el programa que será transmitido el jueves 23 de agosto, recorre el sitio y realiza entrevistas a los hijos ausentes y a personas que viven en el Teul. La algarabía está a todo lo que da. Y así hasta las ocho de noche que la gente empieza a retirarse a la serenata del Jardín Principal.
A las ocho y media de la noche la Plaza de Arriba está vacía. Todo mundo regresa apenas del paseo y está en la casa haciendo fila para darse un baño que sacuda el polvo y el olor a grasa  leña de la carne asada. A las nueves y cacho todo está dispuesto para el inicio de la serenata. Los maestros de ceremonias anuncian que esta noche será especial. El Teul revivirá un tiempo pasado. Volverán a escucharse la mismas canciones de hace 50, 40 y 30 años atrás. Tocadas por el mismo tamborazo. ¡Con ustedes: el Tamborazo de Los Torres! A revivir las antiguas serenatas donde las muchachas daban la vuelta en el sentido de las manecillas del reloj y los hombres, en sentido contrario, cortejando con un ramito o una serpentina.
De uno en uno suben los músicos al kiosko. Se les llama de uno por uno. Como los artistas famosos o los jugadores profesionales de un partido importante. La noche luce radiante. La gente se aglomera alrededor del kiosko. Los músicos del tamborazo son famosos. Crearon toda una época de alegrar los días, las noches y las fiestas de los teulenses y la gente de la región. La Plaza de Arriba está abarrotada. De todas direcciones estallan flashazos. La música suena como era antes. Tocada por los mismos de antes. Canciones del pueblo, de la música popular, del gusto de antes, del gusto de ahora. La emoción desborda la Plaza. “¡Qué fiesta tan padre!” “¡Qué emoción revivir los tiempos idos!” “¡Me siento como en mis tiempos!” “¡Qué bueno que se pudieron juntar Los Torres!” “¡Esto está a toda madre!”. Es el estilo de los comentarios. Abundancia de regocijo. Los rostros so de satisfacción. En esa noche se resucita toda una época, con su carga de recuerdos y experiencias traídas a flor de piel por la música vernácula del Tamborazo de Los Torres. Los jóvenes también disfrutan de la fiesta. Contentos con la alegría de los mayores. Contentos con su propia alegría de participar en esta serenata como las que eran antes.
Abajo, en una treintena de sillas, se instaló un improvisado presídium, integrado por los expresidentes municipales en cuya administración coincidió el nacimiento y desarrollo de la banda sinfónica municipal. Junto a ellos, dos decenas de teulenses, personas cuya labor ayudó al desarrollo de la música en el Teul. Todos ellos serían merecedores esa noche de un reconocimiento de parte de la sociedad teulense. Lo que ocurrió después de hora y media de serenata. Se interrumpe la música para pedir al presidente municipal, al maestro Lucilo Torres y al secretario general el sindicato de músicos que suban al kiosko para entregar un reconocimiento a cada uno de los expresidentes municipales que ayudaron de formas distintas a la banda sinfónica del Teul: Daniel Rivas, Juan Manuel Cervantes (a través de su hija Ofelia), Rigoberto Rivas, Pablo Rivas, Luis González, Rodolfo González, Felipe Ramírez, Francisco Escobedo, Aurelio Lamas, Enrique Larios (a través de su esposa, Elsa Longoria) y el presidente actual, Marco Aurelio Rivas.
Entre las personas ligadas a la historia de la música del Teul que recibieron reconocimiento, están los hermanos Torres Núñez: Genoveno, José Manuel, José Gudalupe, Lucilo y Felipe. Y otros integrantes del tamborazo: José González Núñez, Filiberto Rodríguez Ibáñez, Pedro Ávila Curiel, Roberto Torres Cortés. También se entregó una medalla de reconocimiento a Cruz Manuel Jacobo Doñate, Ángel Ávila Rivas, Juan Francisco Correa Alatorre, J. Guadalupe Ávila Rivas, Luis Ávila Rodríguez y el médico Eliseo Grover Vallejo, recibió el reconocimiento en nombre de la familia Grover Ochoa.
A las doce de la noche terminó la serenata. La gente permanecía en la Plaza. Nada faltaba. Y de ahí al baile del Hijo Ausente. Los fondos recaudados fueron a beneficio de la Unidad de Protección Civil Municipal.
A las doce del mediodía del domingo 5 de agosto se ofreció una celebración religiosa con la intención de los 30 años de la Banda Sinfónica Juvenil Teulense. Al término de la celebración, se llevó a cabo una ceremonia de reconocimientos en el Teatro Parroquial, en donde se hizo mención especial a la importancia que ha tenido la Banda Sinfónica en estos 30 años de vida, con su aporte a la formación de la personalidad de niños y jóvenes, quienes no sólo adquieren una cultura musical, sino que también se pule su conciencia de responsabilidad, de puntualidad, hacer las cosas bien, de dedicar el tiempo libre a actividades constructivas. En todo ello, la labor del maestro Lucilo Torres ha sido fundamental. En ese momento, el maestro Lucilo recibió un reconocimiento especial. Asimismo, se entregaron reconocimientos a benefactores de la Banda y patrocinadores del Festival Cultural por el 30 Aniversario. Los benefactores a quienes se hizo mención son los integrantes del Círculo Familiar Teulense: Luis Sandoval Godoy, David Castañeda Arellano, J. Concepción González Robles, Teresa Campos Castañeda, María del Refugio Campos Castañeda, Fernando Campos Castañeda, María Castañeda Arellano, Emma González Correa, J. Guadalupe Uribe Curiel, Silvia Carrillo Sandoval, Jorge Robles Mayorga, Silvia Cervantes González, Valentina Anceno Rivas.
A las tres y media de la tarde se develó la placa conmemorativa en el sitio que ocupa el salón de música, donde por 30 años se ha educado a diversas generaciones de niños y jóvenes. La placa es un signo visible para atraer la mirada y el recuerdo de los paseantes por ese lugar. Un testimonio de agradecimiento y memoria.
Y luego la comida en la Presa. El momento dedicado a la convivencia y el encuentro de compañeros que un día fueron integrantes de la Banda Sinfónica Juvenil. Alrededor de 200 personas se reunieron para compartir los alimentos, las bebidas de agua fresca, las novedades y los recuerdos. Melquiades Ibarra, Rocío Rivas, Elisa Varela, Bertha Berthaúd, Marisela Correa, Daniel Varela, Gilberto Cervantes, Berena Romero, Elizabeth Romero, Ernesto Salas, Lenin Rosendo Guerrero, Homero Flores, Guillermo Berthaúd, Joaquín Correa, Alberto Correa, Sandra Cervantes, Marsela Cervantes, Hugo Ávila, J. Guadalupe Ávila, Arcelia Llamas, Cecilia Escobedo, Laura Torres, entre otros muchos se reunieron en la convivencia donde se sirvió una birria exquisita acompañada de frijoles de la olla, arroz y agua de horchata o de jamaica.
A las siete de la tarde el proyecto arqueológico Cerro del Teul presentó tres conferencias breves sobre los avances de las investigaciones, así como se utilizan las nuevas tecnologías al servicio de los estudios de arqueología que se realizan actualmente en el Cerro y la restauradora Mariela Carrillo Díaz explicó el trabajo minucioso y paciente que realizan ella y un equipo de señoras teulenses que se dedican a la restauración de piezas, fósiles, lugares y edificios. Llama la atención el trabajo cooperativo que se realiza en la zona arqueológica del Cerro del Teul, la pasión, el cuidado, la constancia y el esfuerzo que le dedican las cerca de 60 personas que colaboran en el proyecto. Los trabajadores sienten de veras que, más que estar encontrando piedras y artefactos viejos, están hurgando en las raíces de la comunidad teulense. Ellos sienten este compromiso y con pasión le dedican su tiempo y sus energías. Toda una labor pedagógica y profesional que realizan los directores del proyecto, Laura Solar y Peter Jiménez. Están profundamente convencidos de lo valioso de su trabajo y de la importancia del sitio del Cerro del Teul, y esa mística la infunden a su alrededor. Por eso cada que tienen oportunidad, lo cual es muy seguido, realizan conferencias y visitas guiadas al Cerro del Teul. Es una bendición para el Teul contar con ellos y su contribución al conocimiento de la historia y la identidad teulense.

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