Grupo Santiago. Foto: Selso Romero González, vigía del patrimonio cultural del Teul |
“Estamos maravillados por la
arquitectura y la calideza de la gente del Teul”: José Favila Flores
La Labor
Vigías del Patrimonio Cultural del
Teul
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Teul de González Ortega, 29 de diciembre
de 2012.- “Nos han hecho creer a los
mexicanos que afuera están quienes saben hacer bien las cosas. Nos tratan de
convencer de que en Japón, en Alemania, en Estados Unidos están quienes sí son
eficientes y son talentosos. Y la consecuencia lógica de esta mentalidad es que
hay que imitar a los que sí saben. Y buscamos remedar su forma de hacer, de
vivir, de pensar, de trabajar, de hacer arte, de hacer música. En olvido de lo
propio. Esa es la necesidad de estudiar la música tradicional mexicana. La
necesidad de volver a las canciones, las letras y los ritmos con que vivieron
las generaciones anteriores. Ahora, con el afán de voltear hacia lo extraño,
hemos dado un poco la espalda a la tradición mexicana de hacer música, por eso
nació el grupo Santiago, para indagar, documentar y divulgar la música folklórica.
Con nuestro trabajo lo que hacemos es devolver al pueblo lo que es suyo, pero
ya no recuerda, porque fue patrimonio cultural de sus ancestros y ahora lo
hemos extraviado un poco. Pero no para siempre. Con ello, tratamos de devolver
la autoestima a la gente que nos escucha y con quien dialogamos”. Son las
palabras que sintetizan el pensamiento de don José Favila Flores, director del
Grupo Santiago, música tradicional mexicana, que hoy sábado 29 de diciembre se
presentó en el Teul de González, como parte de las actividades de la VI Feria
del Mezcal.
El
concierto empezó con un poco de retraso porque en el trayecto de Querétaro al
Teul se les descompuso el vehículo en Magdalena, Jalisco, y tuvieron que tomar
un taxi para asistir a la presentación prevista a las ocho de la noche en el
Teatro del Pueblo.
Una
vez en el escenario empezaron a mostrar los caminos por donde transitan en su
recorrido por todos los rincones del México tradicional. La primer pieza fue Mañanas al cura Hidalgo, un corrido de
la época de la Independencia, de Guadalupe, Zacatecas. Letra y música del siglo
XIX y encontrada al paso de las investigaciones del maestro José Favila Flores,
quien antes de la canción hace una explicación para ubicar el contexto y el
sentido de la melodía, en este caso un corrido zacatecano.
Luego
vino Amarga Navidad del inolvidable
José Alfredo Jiménez. La tercera pieza fue Canto
de pastorela, una canción del género cardenche, que se usa en Durango y el
norte de Zacatecas, en municipios como Juan Aldama y el antiguo San Miguel de
Mezquital, Zacatecas, que actualmente lleva el nombre de Miguel Auza, pueblo en
donde surgen los antecedentes familiares de don José Favila, pues de ahí era
originario su padre. “Qué bello es el campo/qué bellas las flores/qué bello es
el canto de los ruiseñores./Sobre el horizonte la sombra camina/la paz
saludamos de la Palestina/Agua cristalina transparente hielo/Dichoso que viene
el rey de los cielos”.
Siguió
el estilo alegre del huapango queretaro con la versión de don Pedro Rosa del Querreque. Pedro Rosa fue un cantor
popular, originario de Xilitla, San Luis Potosí, aficionado al alcohol y en
esta canción adelantó su destino:
Me
encontré con la huesuda
sin saber
que era la muerte
sin saber
que era la muerte
me
encontré con la huesuda
me dijo
la testaruda
no bebas
el aguardiente
vas a
morir de una cruda
que
amarga será tu suerte
Querreque,
querreque…
Chilpayatito Dios, siguió en el turno del Grupo Santiago, un estilo
popular de hacer, siguiendo el estilo de los coros polifónicos de las órdenes
religiosas de la época colonial que cantaban en latín, sólo que el pueblo tomó
esta forma polifónica, sin instrumentos musicales, para cantar sus temas y verbalizar
sus sentimientos.
Chilpayatito Dios,
tunita fresca,
capullito de algodón,
México está de fiesta.
tunita fresca,
capullito de algodón,
México está de fiesta.
De fiesta, de fiesta,
México está de fiesta.
México está de fiesta.
El
público estaba concentrado, atento, siguiendo con emoción esta experiencia de
retroceder en el tiempo y escuchar la música que quizás oían sus abuelos y
bisabuelos. El grupo Santiago, por su parte, estaba completamente volcado en tocar
los estilos originales de cada región y con los instrumentos propios de cada
género. Lo cual es explicado en forma clara y sencilla a los asistentes a los
conciertos.
La
siguiente canción fue El herradero, una
canción bravía y enjundiosa, que exalta
los ánimos y desprende estallidos de júbilo campesino. Vino enseguida La Mariquita, un son calentano de la
región de Michoacán, Guerrero y sur de Jalisco. Luego, un corrido de la época
de la Revolución de 1910, La toma de
Zacatecas, que narra la hazaña de la División del Norte que con su triunfo
selló el fin del gobierno de Victoriano Huerta.
Después,
otras canciones más conocidas del folklor mexicano: Me he de comer esa tuna, Que se me acabe la vida. Siguió La Guacamaya, un jocoso y movido son jarocho
que se conduele de la pobrecita guacamaya que se le acabaron las pitayas y sabe
qué comerá; pobrecita guacamaya, que le cortaron las alitas y sabe cómo volará.
“Vuela, vuela, vuela palomita/si me has de querer mañana/vámonos queriendo
ahorita/ Vuele, vuela/vuela pa´ la playa/por el camino nos vemos/cantando la
guacamaya”. Este son, explicó al auditorio el maestro José Favila es, por lo
menos, de la segunda mitad del siglo XIX.
En
un intermedio musical, el maestro José Favila expresó su admiración por el
Teul, pueblo que apenas conocen en esta visita: “Estamos maravillados con la
arquitectura y con la calidez de la gente del Teul. El nombramiento de Pueblo
Mágico es bien merecido, tienen todo lo que tienen los pueblos mágicos. Y qué
bueno que cuidan este nombramiento con eventos culturales como éste”.
El
programa cerró con Flor de azalea y El
venadito, dos conocidas canciones del repertorio de la música popular
mexicana.
Y así
transcurrió un concierto didáctico, en donde el Grupo Santiago recreó la
diversidad de géneros y de estilos de la música regional y tradicional de la
República Mexicana.